Uno a veces no toma conciencia de lo rápido que pasa el tiempo. Hace mas de dos años yo tenia un sueño, proyectos, planes y todo parecía tan lejano e inalcanzable. Pero hoy no solo comencé a hacer realidad cada cosa deseada, sino que ya hace un mes que me encuentro dando pasos, que me encuentro viajando.
Y quedo sorprendida, de lo diferente que puede ser el día a día de una persona en tan solo un mes. Cuando se vive en la rutina, un mes parece poco tiempo y en el que rara vez pasas muchas cosas diferentes.
Sin embargo, cuando estas en movimiento, un mes es una eternidad y los cambios son constantes. Cada kilómetro recorrido, cada paisaje, cada rincón, cada persona, cada camino... son nuevos cada día.
Hoy, después de un mes de viaje, quiero agradecerles a todas esas personas que de una manera u otra nos brindaron su ayuda sin interés alguno. Simplemente de corazón, porque aunque a varios les cueste entender, hay demasiadas personas buenas en este mundo y con unas ganas inmensas de ayudar. Y estoy hablando de ayuda en todos los sentidos, están aquellos que te dan una mano indicándote donde queda una calle, aquellos que hacen que avances kilómetros, aquellos que te ayudan a conseguir trabajo, aquellos que te invitan algo de comer cuando tal vez no tienen ni para ellos mismos y aquellos que con una simple sonrisa te ayudan a seguir adelante.
Gracias infinitas a todos ellos y a la vida que los pone en mi camino.
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Hoy mi casa son dos mochilas y el mundo. Relato cada paso de mi viaje, intentando contagiar a quienes no se atreven a soñar.
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