lunes, 18 de agosto de 2014

Jericoacoara... enorme paraíso escondido

Teníamos un bus de Fortaleza a Jericoacoara (Fretcar a las 18 hs, había mas horarios, pero nos decidimos por este por la disponibilidad de asientos que quedaban), por miedo a quedarnos sin lugares salimos cerca de las 15 hs a la terminal, no conseguimos para el de las 18 hs, así que compramos para las 18. 30 hs (52 reales) y ahí esperamos. De Fortaleza son unas 6 horas hasta Jijoca y de ahí una hora aproximadamente a Jeri, el camino es increíble, solo se accede con vehículos 4 x 4 porque se ingresa por las dunas.



Y ahí en el medio de la nada esta Jeri, con sus callecitas de arena, casi sin autos, sin semáforos, sin ruidos extremos y con la paz característica de un pueblo, te atrapa con su magia y su encanto especial desde el momento en el que te bajas del bus. 
Llegamos tarde, cerca de las 2 de la madrugada y todos coincidimos de que era ilógico pagar esa noche, por lo que nos fuimos a una panadería, que estaba abierta las 24 hs, tomamos un café y comimos algo. 


Disfrutamos del amanecer en la playa, exhaustos pero felices, y de ahí nos fuimos al camping do Natureza, del cual ya nos habían pasado el dato de que estaba 10 reales por noche. Sarah y yo no teníamos carpa, pero nos ofrecieron una hamaca paraguaya al aire libre, dijimos que si, pero mientras esperábamos vimos que se desocupaba una habitación para dos, se la ofrecieron a Sarah por 20 reales cada una, fui yo, le pregunte cuanto nos hacia por 4 noches y nos la dejo a 16 reales cada una. Cama grande, baño y cocina privada. Estábamos como queríamos. Por supuesto usamos el lugar para guardar las mochilas de todos.


Hay un show de forró hoy a la noche acá al lado nos dice uno de los chicos que estaba en el camping. Que hacemos? Vamos? Claro que si. El lugar era Maloca, pequeño, lo mas parecido al quincho abierto de una casa, pero sumamente agradable. Bailamos, va, al menos yo, me hacia la que bailaba, soy de madera; nos reímos, nos divertimos, una linda noche, con buena música, pero sobre todo con buenas personas.


La playa del centro, con su barcos amarrados por doquier en el enorme espacio de arena que queda al bajar la marea, es amplia, muy concurrida, y para mi gusto demasiado ventosa. Hacia uno de sus laterales se encuentra una de las dunas mas grandes de Brasil, inmensa, desde donde se pueden disfrutar atardeceres únicos.



Otra de las increíbles playas la teníamos a tan solo unos metros del camping, con olas pero suficientemente tranquilas para poder nadar, agua celeste, casi transparente y cálida, fue la mas elegida por nosotros y en la que desde un acantilado pude fotografiar uno de los atardeceres mas hermosos.


Maravillas que nos regala la naturaleza
Piedra Furada
Desde el mismo acantilado que se puede apreciar semejante atardecer, y doblando hacia la derecha, encontraras un sendero que te lleva a La Piedra Furada, la postal de Jericoacoara, es una formación rocosa esculpida por el mar durante millones de años.


Lo interesante de ir hasta la piedra también esta en el camino que nos lleva hasta allá y la energía que se siente en el aire.


Ninguno de los chicos quiso ir, ya que el calor es extremo. Una mañana me levante sola a las 7 hs y emprendí la caminata de 40 minutos por ese sendero maravilloso, desde el cual los paisajes son de cuento.


Cruce solo a una persona en el camino, solo con ver las fotos ustedes podrán imaginar la paz del lugar, el silencio, el mar, el cielo, el viento, las rocas y yo, tratando de entendernos. Una vez mas agradecí y entendí que en estas pequeñas (para mi enormes) cosas también esta la felicidad.

Lagoa Paraíso
Cuando llegamos, estuve a punto de pedirle a alguno de los chicos que me pellizcara, para saber si lo que mis ojos veían era real. Pero no fue necesario, respire profundo y dije... Si, yo estoy viviendo esto.

Hamacas para que las use el que quiera
La única manera de llegar es en unas camionetas que salen desde el centro del pueblo, o podes arreglar el día anterior y te pasan a buscar por donde estés hospedado. El valor es de 16 reales ida y vuelta, el cual puede varias dependiendo de la cantidad de personas y del humor del chofer.


El camino es hermoso por donde se lo mire, dunas enormes, donde el viento se encarga de hacer obras de arte con la arena. Llegamos a nuestro destino, el chofer nos avisa que podemos bajar y señala un sendero, un hermoso sendero de madera rodeado de una tupida vegetación, el cual fue nuestra puerta de entrada al paraíso (bien escogido el nombre del lugar).


Una enorme laguna con colores que variaban entre el verde, el azul y el turquesa, la arena blanca como la maicena, hamacas paraguayas en el agua para que cualquier persona pueda utilizar sin costo alguno, reposeras en las cuales tenias que pagar solo lo que consumías y si no consumías nada, igualmente te podías quedar. Todo el conjunto de pequeños detalles, hacia que el lugar fuera único.
Escogimos 7 reposeras, dejamos las cosas y directo al agua, que por supuesto era tibia.



Los días en Jeri terminaron, llego la hora de partir, me hubiera quedado un mes ahí, pero los chicos tenían un vuelo de Belem a Manaus y yo quería seguir viaje con ellos hasta allá.



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