miércoles, 25 de mayo de 2016

Laguna Quilotoa en el cráter del volcán

Nuevamente mochilas y a la ruta a hacer dedo para llegar a Quilotoa, después de dos autos distintos en tramos cortos, un camión nos llevo hasta Latacunga, provincia de Cotopaxi, nos dejo en un cruce de rutas. No tuvimos suerte haciendo dedo, todos nos querían cobrar. Terminamos subiendo al auto de Pancho (un hombre amable y muy simpático) con otra pareja de ecuatorianos (quienes parecían muy reservados, pero no tardaron ni un segundo en comenzar con las típicas preguntas: están casados? tienen hijos? de que trabajan en Argentina? etc, etc)



Pancho nos cobro U$S 2 por persona, ya que le dijimos que no pagaríamos más de lo que nos cobraba el bus. Después de recorrer el largo trayecto nos dimos cuenta que no nos había cobrado nada, más de una hora de viaje, curva y contracurva, con paisajes hermosos, campos verdes, montañas, pueblitos. Llegamos al pueblo de Quilotoa, donde cobran U$S 2 para ingresar, pueblo pequeño, solitario, era día de semana por lo que el movimiento era escaso. 
La Laguna Quilotoa está dentro del cráter del volcán con el mismo nombre a unos 3800 msnm. Quilotoa proviene de dos palabras quichuas "quiru" = diente y "toa" = reina, debido a la forma de la laguna, elíptica de aproximadamente 3.15 kilómetros de diámetro y una diferencia de 440 metros entre el nivel del agua y el borde superior.


Una mujer, María, nos indico por donde comenzar el descenso. Solo unos pasos descendimos, cuando de repente nos encontramos con esa imágen, esa laguna que parecía un oasis pintado, con sus aguas quietas color verde esmeralda. Desde arriba se podía divisar el largo camino que parecía no tener fin y que nos separaba de la orilla de la laguna. Al verlo, lo primero que se nos vino a la mente fue que después teníamos que subirlo (estábamos con todo nuestro equipaje a cuestas), pero esos pensamientos se iban cada vez que levantábamos la mirada y observábamos la belleza que nos rodeaba.


Un poco más de media hora nos llevo llegar abajo, el camino es pedregoso y por momentos de tierra muy floja, por lo que es recomendable llevar un buen calzado. Abajo solo había una pequeña tienda y un puestito donde alquilaban kayaks cerrados, y a lo lejos pudimos ver una carpa. Con un solo giro de cabeza percibimos que no era lo único que había, frente a nosotros estaba la inmensa laguna de un color singular, las paredes del cráter que nos rodeaban, vegetación de todos los colores, pájaros que nos cantaban y un silencio ensordecedor que generaba paz.


Buscamos nuestro lugarcito y armamos la carpa, posicionada como para abrir el cierre y tener la mejor de las vistas.



Sin luz, sin wifi, sin cocina, sin baños, pasamos tres noches increíbles, cocinándonos en una pequeña fogata que nosotros prendíamos.


Sin celular, ni computadora, ni ningún aparato que nos comunicara con el mundo exterior, nada sonaba, nada interrumpía una charla. Solo el golpear de las diminutas olas en la orilla y el sonido de los pájaros que seguían cantando aún cuando era de noche.
El calor durante el día era bastante intenso y el frió de la noche algo duro, tal era así que entre las 19 y las 20 hs ya estábamos durmiendo, para aprovechar desde temprano el calor del día.


Nosotros pasamos esos días descansando, contemplando el paisaje, caminando en los alrededores, pero si quieren un poco más, pueden alquilar kayaks por unos U$S 3 por persona la media hora, pueden hacer caminatas de unos 3,5 km alrededor de la laguna, para los que no pueden o para los más holgazanes que no quieren hacer el ascenso de regreso, hay personas que alquilan mulas y por unos U$S 10 los llevan hasta arriba.


A pesar de que sabíamos que iba a costar, subimos, con nuestras mochilas al hombro, el trayecto que habíamos demorado unos 30 minutos en descender, lo hicimos en un poco más de 1 hora 40 minutos en ascenso. Sinceramente, valió la pena.



Recomendación: en lo posible vayan días de semana, eviten los fines de semana y feriados si lo que van a buscar es tranquilidad. el último día nos toco el principio de un feriado, y las personas parecían hormigas, un desfiladero de gente, gritos, golpeteo de los remos en los kayaks, que interrumpían lo que generalmente uno va a  buscar a lugares como este.

Desde Quilotoa, Luis en su camioneta nos llevó por U$S 1 a Zumbahua ( la viveza existe hasta en el lugar más recóndito del universo, era sábado y en Quilotoa todos parecía estar de acuerdo en decirnos que en el pueblo siguiente había ferias y que el bus no vendría porque no podía pasar, les creímos, intentamos hacer dedo primero pero todos nos querían cobrar y nos fuimos en la camioneta, cinco minutos de camino y nos cruzamos al bus de frente, el que nos hubiera salido menos de U$S 0,5), de Zumbahua tomamos el bus de linea Vivero, de color azul, a Latacunga por U$S 1,5 y por último el bus Cita Express hasta Otavalo por U$S 3,8

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