domingo, 7 de septiembre de 2014

Cuatro días en la selva... Comunidad do Tupe

Después de varios días de averiguar por una comunidad indígena donde me pudiera quedar unos días, un chico por Couchsurfing me menciono la Comunidad do Tupe (advirtiéndome que no eran indios de arco y flecha) Me informaron que había un barco que podía tomar hasta la misma. Cuando fui con Leandra a comprar el pasaje a Porto Velho, el mismo que me lo vendió me aviso que el domingo salía un barco para Praia do Tupe por 20 reales, después de un rato de charlar, nos los termino dejando a 10 reales.



El domingo salimos temprano, Leandra, Kim, Nash, Jivon (que había llegado dos días antes desde Santarém) y yo. Fuimos todos, ya que, el que no se quería quedar en la comunidad podía volver en el mismo barco, ese día a las 16 hs. 
Después de 2 hs de viaje llegamos, el barco nos dejó en una islita y para ir a la comunidad teníamos que cruzar el río en una canoa. La playa era muy linda, pero era domingo y la cantidad de personas domingueras era espantosa. No soy muy amante de los tumultos de gente.

En el barco, camino a Do Tupe
Resumiendo, una de las personas que estaba a cargo de la reserva nos presentó a dos chicas pertenecientes a la comunidad. Ellas no nos podían informar si nos podíamos quedar y los valores, pero si se ofrecieron a acompañarnos más tarde para ir a hablar con el “jefe”.


A las 16 hs el barco partió, Leandra y Jivon volvieron y yo me quede con Kim y Nash. Nos vinieron a buscar las chicas y pagamos 3 reales cada uno para que nos cruzaran en una canoa.


Nos presentaron primero a una señora mayor, quien nos mandó a hablar con su hijo, Myrupu, quien nos explicó que su padre Reinaldo, el “jefe mayor”, no se encontraba ahí en ese momento, pero que él nos podía ayudar. En un principio nos quería cobrar 33 reales a cada uno por noche, los cuales terminaron siendo 20.


Son todos pertenecientes a la comunidad, conservan casi todas las costumbres indígenas, digo casi porque visten normal y algunos de ellos tienen hasta celular. Se duchan en el río, lavan los platos con agua de lluvia que acumulan en tachos, electricidad tienen solo de 18 a 22 hs y en un solo sector.


Viven de las artesanías que ellos mismos hacen y venden a los turistas (que van con excursiones en el día, las cuales pagan carísimas). Todas las generaciones de la tribu participan, casi a diario, de las presentaciones que hacen para los turistas.
Imagínense lo que es el lugar que nos íbamos a quedar una noche y nos quedamos cuatro.


Fueron días maravillosos, en la selva, sin electricidad en el lugar donde dormíamos, lavándonos los dientes y enjuagándolos con una botella, duchándonos en el río, el baño casi imposible de usar, la mayoría de las veces preferí ir a la selva. Todo esto a uno lo hacen ver que se puede ser feliz con muy poco, que se puede estar sin TV, sin celular, sin internet, donde los niños juegan en el río con canoas, donde los adultos hacen artesanías, donde el patio de su casa es nada menos que la selva Amazonas.

La cocina

El comedor
Donde se lavaba la vajilla
Nuestra habitación por fuera

Nuestra habitación por dentro
El baño
Que hicimos allá? Tantas cosas, todo en contacto con la naturaleza. 
Hacíamos caminatas por los senderos que se adentran a la selva, donde el único sonido es el de los animales y el del crujir de las ramas de los arboles.


Salíamos a pescar, para comer, con cañas de bambú que nosotros mismos habíamos salido a buscar y Myrupu nos había armado las líneas ( para lo que solo tuvimos suerte el primer día desde el muelle, pescamos 6 y devolvimos 4 al agua porque eran pequeños) Si si, los que me conocen deben estar pensando, Aldana comió pescado? Y sii, comí. Si hay hambre que no se note! Jaja!



Nos acostábamos temprano, ya que donde dormíamos no teníamos electricidad, manteníamos largas charlas entre los tres antes de dormirnos, en las que yo hacia un gran esfuerzo por entender y hacerme entender, los dos hablaban ingles. Y al hacer silencio, podíamos escuchar el ruido de la noche en la selva, ese sonido único que es una orquesta al alma.
Nos sentábamos largo tiempo a escucharlo a Myrupu, el hijo del jefe de la comunidad, quien nos contaba de sus costumbres, de cuantas familias eran, de cómo y porque trabajaban con el turismo
Myrupu nos presto un remo para que los tres nos fuéramos en un bote a pescar, y allá fuimos, realmente a mi me interesaba muy poco si pescaba o no, mis ojos no sabían hacia donde mirar ante tanta belleza, los colores, los ruidos, todos mis sentidos se agudizaban, hasta el olfato, todo huele diferente en la naturaleza.


Una de las noches, entramos con Kim al río y de repente escuchamos el grito de Nash proveniente desde el muelle… La Lunaa… al darme vuelta observe esa enorme bola naranja asomando en el horizonte. Me sentía dentro de un cuadro, en el bote, en silencio, iluminada por la luna, en medio del río, con ese paisaje que la vida me estaba regalando, no podía pedir nada mas. Fue subiendo lentamente pasando por toda la gama de colores hasta terminar blanca, llena, dejando ese haz de luz intenso que hacia que no necesitáramos linterna.
Presenciamos las danzas que ellos hacen para los turistas que llegan casi a diario sin cesar, durante unas 5 horas seguidas. Ellos se visten como lo hacían hace muchos años atrás, hablan en su idioma, danzan, cantan y al final integran a los turistas en uno de sus bailes, forme parte de uno de ellos. En todo el predio donde hacen estas cosas, hay artesanías que ellos mismos hacen para que los turistas puedan llevarse sus recuerdos.



La comunidad estaba en la cima de un acantilado, desde el cual se podían observar los mejores paisajes, colores, y desde esas alturas fue desde donde mejor pude ver a los botos (delfines rosas), quienes también se dejaban ver desde el muelle donde pescábamos y desde donde mas cerca los tuvimos.



Una de las noches nos sentamos en una banco a oscuras para ver la luna llena, y al apoyar mi mano, sentí que algo me pinchaba e instantáneamente comenzó a quemar, una araña pensé en primer momento, pero cuando Kim ilumino con el celular, pudimos ver que era una oruga, extremadamente peluda. Me lave las manos con abundante jabón y así y todo el ardor duro dos días.

El ultimo día, después de pasar cuatro noches maravillosas, nos habían dicho que teníamos una lancha que volvía a Manaus a las 7. 30 hs de la mañana, madrugamos y ahí estábamos puntuales, para nuestra sorpresa nos dijeron que la lancha ya se había ido a las 6. 30 hs y que no teníamos otra lancha hasta el sábado, era jueves. Nos quedamos mas de dos horas a orillas del río esperando a alguien que fuera para Manaus, sin suerte nos fuimos para el muelle donde llegaban las lanchas de los turistas, preguntamos a cada una que llego si nos alcanzaba hasta Manaus, y todas las respuestas fueron las mismas, que eran lanchas de excursiones y que hacían otros paseos antes de volver a Manaus y no nos podían llevar.
Ya era mas del mediodía, cuando regresamos a la comunidad, nos convidaron sandía y nos dijeron que tenían un amigo que nos podía llevar por 20 reales cada uno hasta Manaus, por supuesto aceptamos, a pesar de que nos salia mas caro.

Nuestro bote salvador... que nos regreso a Manaus

2 comentarios:

  1. sos una genia/!! seguis tan loca como siempreeeeeeee... ja ja , mucha mierd, que sigas viviendo la vida al maximo!

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  2. Gracias Sofiii!!!! Donde andas vos? Segui viajando tambien... Beso enorme!!!!

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Hoy mi casa son dos mochilas y el mundo. Relato cada paso de mi viaje, intentando contagiar a quienes no se atreven a soñar.
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