domingo, 5 de marzo de 2017

Se puede viajar a dedo por Myanmar? Absolutamente...

Al igual que yo, muchos creerán que hacer dedo por Myanmar será una tarea difícil, ya que no es un país turístico, ni siquiera pueden hospedar turistas en sus casas, creerán que el idioma es una barrera y que muchos ni siquiera sabrán lo que significa el pulgar arriba. Aún con todos estos pensamientos, decidimos intentarlo, y hoy les puedo asegurar que hacer dedo en este país fue una de las experiencias más lindas, no solo porque nos frenaban mucho más rápido que en cualquier país de América (el tiempo máximo de espera fue 10 min), sino porque nos permitió conocer personas maravillosas, personas que hacían de todo por ayudarnos. Hacer dedo nos permitió conocer Myanmar desde otro enfoque. El primer tramo hasta llegar a Myanmar fue en Tailandia y también fue muy fácil y y una experiencia muy linda. Acá van los detalles...


Después de 6 días increíbles en el Parque Nacional Erawan, y de deliberar si entrabamos a Myanmar por Phu Nam Rom- Htee Khee o por Mae Sot- Myawaddy, decidimos salir a dedo hacia Hpa- An en Myanmar, cruzando por Mae Sot.
Cómo contar todo sin olvidarme detalles de las cosas increíbles que nos pasaron en el camino?

Salimos alrededor de las 8 de la mañana de Erawan, la idea era salir del parque hasta la ruta para comenzar a hacer dedo, no alcanzamos a salir del parque que nos frenó una camioneta que nos llevo directo a Kanchanaburi, nos dejó en el empalme de rutas para seguir nuestro camino, por supuesto que sabíamos que ese día ni siquiera íbamos a llegar hasta la frontera, la idea era llegar aunque sea hasta un lugar intermedio llamado Nakhon Sawan.


En el empalme nos subimos primero en la caja de una camioneta que llevaba cocos y bananas, y después a la de un policía que nos llevó no mas de 10 km.


Después de esto nos levantaron dos señores, extremadamente amables, trabajaban para el gobierno, no solo que nos llevaron unos cuantos km, sino que de pasaba nos frenaron para que entráramos una media hora a conocer el monumento a la reina de Tailandia, que según dicen, ellos les piden por lluvia en las épocas de sequía, al salir nos esperaban con unos jugos de naranja.


También ellos nos dejaron en un perfecto cruce de rutas, donde unas chicas nos preguntaron hacia donde íbamos y cuando les dijimos, decidieron ayudarnos a avanzar unos km, por supuesto que se desviaron de su camino para dejarnos en un mejor punto, de hecho nos dejaron en una ruta, frente a un shopping donde pudimos entrar a comer algo y al baño. al salir nuevamente a la ruta, ya era pasado el mediodía, por lo que el sol pegaba fuerte sobre nuestras cabezas, comenzamos a avanzar caminando, ya que exactamente frente al shopping pasaban a alta velocidades los vehículos, difícil que frenaran. Mientras nos movíamos, inesperadamente en el lugar menos pensado, freno una camioneta, en el medio de un desvío, dejando varados a todos los que venían detrás (lo impactante fue que nadie le toco bocina), haciéndolos esperar mientras nosotras intentábamos hacerle entender donde queríamos ir. Nos avanzó unos km, bajamos y nuevamente a levantar el pulgar, en realidad era una mezcla de levantar el pulgar y un gesto con la mano pidiendo que frenen para poder explicarles lo que necesitábamos, ya que en estas zonas no es muy común hacer dedo. Pocos minutos después nos frenan tres chicas en su auto, quienes sonreían todo el tiempo y nos decían que querían ayudarnos, y realmente lo hicieron.


Avanzamos unos km y de repente frenan en una pequeña estación de policías, empiezan a hablar con dos de ellos (una de ellas también trabajaba para el gobierno), en tailandés por supuesto, a lo que nosotras no teníamos ni idea de lo que estaban hablando. Después de unos minutos de escuchar como hablaban entre ellos sin entender absolutamente nada, nos hacen señas y en un inglés raro nos dicen que ellos nos iban a llevar ( o eso fue lo que entendimos en ese momento) Nos despidieron las chicas como si nos conocieran de toda la vida, nos sacamos fotos y ahí quedamos las dos, en la estación de policías sin entender mucho. Nos hicieron sentar, y los que estaban vestidos de civiles entraban a un cuartito de a uno y salían con el uniforme completo puesto, hasta el arma. Uno de ellos nos pidió los pasaportes, les sacó fotos, y nos dió un papelito con el numero 191 anotado y nos dijo que era para emergencias. Imagínense nuestras caras. Cada vez más confundidas. Salieron los tres a la puerta y se pararon al costado de la ruta, y recién ahí comprendimos cual era la intención, con sus uniformes puestos, demostrando autoridad, frenaban vehículos preguntándoles si iban hasta Mae sot para que nos llevaran, no lo podíamos creer.


Unos minutos después vimos que frenó un camión, se bajó el chofer, le mostraron que eramos dos, y nos dijo que iba hasta Tak, un pueblo a una hora de la frontera, ni lo pensamos, de un salto ya estábamos adentro del camión. No solo nos pidieron una identificación a nosotras, sino que también se la pidieron al camionero, para seguridad de los tres. Estas cosas mágicas del camino me llenan de felicidad, donde la solidaridad de las personas se ve a flor de piel, en esto momentos es cuando pienso que no todas las personas están perdidas, aún suceden cosas que parecen de otro planeta.
Acá no termina la cosa, el camionero que nos llevó hasta Tak en un viaje de casi cinco horas, cuando estábamos por llegar nos pidió el número del hotel donde nos íbamos a hospedar, llamó por teléfono y coordinó para que los dueños del hotel nos fueran a buscar donde el nos iba a dejar. Y así fue, al llegar a destino estaban en su camioneta esperándonos ( Hotel Baanpooya), un lugar excelente y baratísimo, 390 bth la habitación doble, con aire, wifi e impecable.


Al día siguiente salimos muy temprano hacia la frontera con Myanmar, salimos del hotel y empezamos a caminar, casi 1,5 km teníamos que caminar hasta la ruta que nos llevaría a Mae Sot, después de frenar a comprar algo, una pareja extranjera (Finlandia) frenó y nos preguntó donde íbamos, cuando le dijimos, sin dudarlo, nos acercaron hasta el mejor lugar para poder empezar a hacer dedo hasta la frontera.
No pasaron más de 15 minutos hasta que nos levantó un señor en su camioneta, hizo una parada intermedia donde nos invito un café, y cuando llegamos a Mae Sot frenó en un destacamento militar (el era uno), hablo algo con el resto, arrancó nuevamente, no entendíamos, y nos llevo no hasta la frontera simplemente, sino casi hasta la puesta de migraciones.


Bienvenidas a Myanmar!!! Típico caos de frontera, sumada la barrera del idioma, para comprar un chip para el celular estuvimos casi media hora, ya que no lográbamos entendernos con el vendedor. Terminado esto, empezamos a caminar, haciendo dedo, pero era en vano, casi todos eran autos taxi, que querían cobrarnos, intentábamos explicarles que no queríamos pagar, pero el tema del idioma es desesperante a veces. Decidimos movernos de ahí, empezar a avanzar para ver si descomprimía un poco el caos. En un espacio donde parecía más tranquilo, vimos venir una camioneta y yo dije, no se porque pero siento que esta nos lleva, y frenaron, madre e hijo, a quienes desde el minuto cero se les notaba la felicidad por tener a dos extranjeras en su auto, el chico hablaba algo de inglés, el suficiente para hacernos entender, sonrisas mediante. No lo podíamos creer cuando logramos entender que ellos no iban hacia ese lado, avanzaron solo para llevarnos a nosotras, avanzaron por mas de 40 minutos, frenaron en un lugar y nos dijeron que ahí podíamos pagar un auto que nos llevara hasta Hpa- An, pero le dijimos que primero queríamos comer, como para no decirles que queríamos seguir haciendo dedo, hablaron entre ellos, no sabemos que, y nos hicieron subir nuevamente a la camioneta, no solo que nos avanzaron unos treinta minutos más, sino que frenaron en un restaurante, y nos invitaron a comer, la primer comida en Myanmar fue deliciosa y con una excelente compañía, las señoras del restaurante nos regalaron un frasco con caramelos de caña de azúcar. Al terminar de comer, nos subieron nuevamente a la camioneta y nos llevaron a una rotonda desde donde salían las van hacia Hpa- An, para nuestra sorpresa la mujer fue y nos pagó el pasaje de las dos, estas cosas son imposibles de agradecer, no existen palabras para tanta amabilidad.



No solo el hecho de que nos pagaran cosas y que avanzaran sin tener que hacerlo fue lo que nos sorprendió, sino la felicidad de la mujer, la emoción y la dulzura con la que nos miraba y hablaba, hasta nos cantó, cantamos todos, nos emocionamos, nos sacaba una foto tras otra, nos filmaba. eramos como una especie nueva para ellos. Lo más hermoso y sincero fue el abrazo que nos dieron al despedirnos y las lágrimas de la mujer, como si nos conocieran desde hace años.
Después de unos días en Hpa- An, decidimos salir a la ruta nuevamente, esta vez con rumbo a Bago. Rápidamente nos frenó un auto, no le entendimos mucho pero nos hizo seña de que subamos. No llegó a hacer más de 10 km, cuando frenó previo a un puente donde había control militar, evidentemente no le permitían pasar con extranjeras, fue preguntando puesto por puesto, hasta que nos hizo bajar en uno donde las personas tenían puestas remeras que decía migraciones. No entendíamos nada, pero no solo que los de migraciones nos regalaron un racimo entero de bananas, sino que frenaron a una van y nos hacian seña de que subiéramos, a lo que nosotras comenzamos a decir NO MONEY, NO MONEY. Y el contesto NO PROBLEM! Subimos y nos llevó hasta Bago. Cada día que avanzábamos nos sorprendíamos más de la hospitalidad de la gente. Y empezábamos a darnos cuenta que el decir no money hacia que todos entendieron lo que intentábamos hacer, dedo.

De Bago a Meiktila también llegamos haciendo dedo, solo pagamos el primer y único bus hasta el momento, de 1500 kyats, solo para que nos sacara de la ciudad. Después de una camioneta, un auto donde viajaban padre e hija, y otro auto donde viajaban un matrimonio y un amigo, llegamos a Meiktila. Después de dos noches ahí, salimos hacia Kalaw, primer tramo en una camioneta con un señor, después dos chicos en un auto de coca cola y por último tres muchachos que nos dejaron en la puerta del hotel en Kalaw.

Tres noches de relax en Kalaw y salimos hacia Lago Inle, comenzamos a caminar por la ruta como para salir del pueblo, pero no alcanzamos a hacer ni cinco cuadras que una pareja muy joven nos levantó en la parte trasera de su camión, nos avanzaron un buen tramo y otra vez nos encontrábamos sobre la ruta pero en medio de una pequeña ciudad, siempre, creyendo que dentro de las ciudades es más difícil que te frenen, comenzamos a caminar hacia afuera, pero nuevamente muy rápido nos frenó una camioneta con dos señores que no hablaban nada de inglés pero comprendieron perfectamente Inle Lake, y nos llevaron hasta el empalme desde donde solo nos faltaban unos 10 km para llegar al lago. Bajamos, comimos una especie de bolas de frailes, nos paramos en la ruta y nos frena uno de esos mini camioncitos que transportan personas, llevaba a una mujer con su bebé, ni bien freno a modo de corito, las dos dijimos no money, a lo que el amable señor respondió no problem e hizo un gesto para que subiéramos. La única contra de haber entrado con él, fue que nos freno en el control donde había que pagar los U$S 10 que te cobran solo por ingresar al pueblo, una estafa. Pero no nos quedó otra.
Tres noches también en Inle, en un lugar muy lindo, y a la ruta de nuevo, esta vez rumbo a Bagan, salimos del pueblo, nos paramos en la ruta a la sombra de un árbol y que paso después de menos de dos minutos? Freno una camioneta y nos dijo que iba para Mandalay, sin dudarlo cambiamos automaticamente de ruta y nos fuimos para Mandalay, más adelante bajaríamos a conocer Bagan, pero esas oportunidades haciendo dedo no hay que dejarlas pasar. En el camino frenaron, era un muchacho con su mamá y la señora que los ayudaba. Nos sentamos a comer, pidieron un montón de cosas, y como todo birmano no nos dejaron pagar nada, cuando intentamos pagarles, simplemente respondió que no y me dijo we are family. Nos pidió la dirección del hotel en Mandalay y nos llevó hasta la puerta. Fue un viaje muy largo, en la caja de atrás de la camioneta, en rutas con curvas y contracurvas, realmente no la pase muy bien, me descompuse un poco.


De Mandalay salimos hacia Hsipaw, por primera vez decidimos pagar transporte de larga distancia, pero por una buena razón, tomar el tren que tarda 11 horas a Hsipaw y pasar por el famoso viaducto de Goteik, valió realmente la pena cada minuto arriba del tren.


En Hsipaw nos quedamos unas 6 noches y decidimos salir a dedo hacia Bagan, pero esta vez eramos tres personas, se sumó Mickael, un alemán. Por lo que las expectativas eran menores, pero al poner un pie en la ruta nos dimos cuenta que no importaba cuantas personas seamos, te suben igual. El primero fue un camión que nos llevó casi hasta Mandalay, subimos en la parte trasera, y todo el camino nos fuimos moviendo y saltando cual sandías.


Bajamos y en menos de 5 minutos nos frenó otra simpático camionero que sonreía dejando mostrar su dientes color rojo a causa del betel, nos llevó hasta el empalme con otra ruta. Me causó mucha ternura, cuando nos señaló con un enorme entusiasmo una pagoda en el camino. Señor... ya no quiero ver mas pagodas, jaja!!! 
Tras de este nos frenó una típica camionetita de transporte de pasajeros, pero esta vez estaba transportando huevos, nos avanzó unos km, y cuando frenó se empecino con dejarnos en la parada de bus, nos costó hacerle entender que solo queríamos seguir haciendo dedo. Una camionetita llena de personas fue nuestro transporte durante unos cuantos km más, quienes nos dejaron en otro empalme, unos minutos pasaron y nos frenó un señor y un monje, quien no emitió ni una sonrisa en todo el viaje, muy raro. Este último tramo fue el que más costo, quedamos justo en un lugar donde vendían pasajes de bus, por lo que los vendedores se nos acercaban cada vez que frenaba un auto y nos arruinaban nuestro discurso para que nos llevaran. Avanzamos caminando un tramito, hasta que no se acercaron más y de repente frenó sola una camionetita con toda una familia atrás, venían de pasar el finde en el río, con música y cortinas, y como todos los birmanos, con sonrisas grandes de oreja a oreja. Iban hasta un pueblito cerca de Bagan, Pakokku. Entonces nos ofrecieron decirle al conductor que por 3.000 kyats cada uno nos entraban a Bagan (eso entendimos en un principio) Cuando llegamos a destino, ya de noche, resultó ser que eran 30.000, 10.000 kyats cada uno. Nosotros habíamos entendido mal. Por supuesto que dijimos que no, quedando varados de noche al costado de la ruta frente a una estación de servicio, cada uno que nos frenaba nos quería cobrar, y encima no queríamos pagar transporte publico porque sabíamos que nos iba a frenar para que pagáramos los U$S 20 de ingreso a Bagan.
De repente frenó una camionetita con un señor pelado, nos empezó a hablar sobre la estación de buses hasta que logró comprender que no queríamos pagar bus. Nos miraba y lo único que nos repetía era que nos quería ayudar. Después de unos cinco minutos nos dijo que si lo esperábamos una hora (porque iba a una cena) volvía a buscarnos y nos recibía en su casa (raro, porque en Myanmar no pueden hospedar turistas en las casas) Esperamos y en menos de una hora volvió, el vivía en el pueblo vecino a Nyaung U, llamado Pakokku, nos llevó a su casa, dejamos las mochilas y nos invitó a comer a los tres, varias cosas en la mesa, como se acostumbra en Myanmar y una deliciosa cerveza helada. 


En el lugar había gente comiendo y de un momento a otro, el pelado nos dijo en vos alta que no podía recibir turistas en su casa (cosa que ya sabíamos) y que nos iba a llevar a una guest house. De repente uno de los camareros le trajo a Mickael un plato de comida y una notita en un papel color rosa y señaló la mesa de la cual la enviaban. En un principio pensamos que era gay, aunque la cara de Mickael al leerla fue muy extraña. Se paró, se acercó a la mesa y se sentó con ellos. Al rato volvió y le mostró la nota a Lu que decía algo así: somos de los servicios militares, ustedes están en una situación que no es segura, los queremos ayudar y no recuerdo que más. El pelado parecía una muy buena persona, por lo que decidimos confiar en él, pero después de esto entendimos el cambio de él en cuanto a que nos quedemos en su casa, era un enorme compromiso para él, y ambas partes estaríamos en problema. Terminamos de comer, nos llevó a una guesthouse y nos despedimos.
Al día siguiente le preguntamos a la señora del hostal como podíamos llegar a Bagan sin pagar el ingreso. Y nos aconsejó que fuéramos en el bus local (una especie de tuk tuk más grande) que no paraba en el puesto de pago. Allá fuimos y así fue, entre cebollas, papas, ajos, sandías y personas subimos a ese especie de bus y lo dejamos en manos del destino. Para nuestra sorpresa, frenó en el puesto de pago, nosotros nunca levantamos la cabeza, ni miramos, pero nadie se acercó a querer cobrarnos nada. Lo logramos, entramos sin pagar los exagerados U$S 20!! Después de unos 5 minutos más, estábamos en el centro de Nyaung U.


Gracias a cada uno de ustedes, gracias por mostrarme que hay seres humanos que aún mantienen la bondad y la amabilidad intacta, gracias por dar tanto sin esperar nada a cambio. No hay palabras...





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Hoy mi casa son dos mochilas y el mundo. Relato cada paso de mi viaje, intentando contagiar a quienes no se atreven a soñar.
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